El número de redes de calor con biomasa en España crece, pero aún lejos de la media europea
El último Informe Redes de Calor con Biomasa 2024 elaborado en el marco del Observatorio de la Biomasa de AVEBIOM confirma que, aunque el número de estas infraestructuras sigue creciendo en España, el ritmo es insuficiente si se compara con otros países europeos.
En 2024 se contabilizaron 584 redes de calor y frío con biomasa, con una potencia total de 549 MW y una demanda térmica cercana a los 878 GWh anuales. Estas instalaciones abastecen a 42.425 viviendas en bloque y 1.448 unifamiliares, además de más de 4.200 edificios en total, y evitan la emisión de 248.000 toneladas de CO₂ cada año. Cataluña vuelve a liderar el crecimiento con 33 nuevas redes, seguida de Andalucía (9) y Castilla y León (5).
Pese a estos avances, la fotografía europea muestra un contraste notable. Según el informe Perspectivas y tendencias del mercado de DH&C de Euroheat & Power (2023), la calefacción urbana supone ya el 12% de la energía para calefacción y ACS en la UE, con más de 17.000 redes en funcionamiento que suministran calor a 70 millones de ciudadanos. España ni siquiera aparece en la gráfica: su cuota es residual.
“En España hemos conectado alrededor de 42.000 viviendas a redes con biomasa; una cifra muy pequeña”, advierte Juan Jesús Ramos, técnico de AVEBIOM y autor del informe. “Soria y Aranda de Duero, con un 20% de sus viviendas conectadas, son excepciones que se acercan a niveles de países centroeuropeos”.
Una infraestructura estratégica para la descarbonización
En el norte y centro de Europa, las redes de calefacción urbana se consideran un servicio básico: permiten aprovechar economías de escala, abaratar costes, estabilizar precios y reducir drásticamente las emisiones. Además, el uso de biomasa local añade seguridad de suministro frente a la volatilidad del mercado del gas natural.
Los países centroeuropeos han fijado objetivos ambiciosos para 2030: Francia planea sumar 215.000 hogares al año; Alemania, entre 300.000 y 600.000; y los Países Bajos, medio millón en total. En España, estima Ramos, un objetivo realista sería conectar entre 5.000 y 12.000 hogares al año, lo que permitiría llegar a unos 75.000 en 2030. “Pero sería claramente insuficiente para cumplir la Directiva (UE) 2023/1791 sobre eficiencia energética”, advierte.
Dónde focalizar esfuerzos
Juan Jesús Ramos identifica áreas prioritarias para acelerar el despliegue: grandes consumidores públicos como hospitales, centros penitenciarios, destacamentos militares, piscinas cubiertas y residencias de mayores; polígonos industriales con demanda térmica significativa; y zonas turísticas con alta densidad de hoteles y complejos con climatización de piscinas y spa.También resalta el papel tractor de los edificios públicos para arrastrar al sector privado en núcleos medianos y grandes.
Aunque las administraciones han incluido las redes de calor en planes estratégicos y normativas, las medidas realmente vinculantes son escasas. Castilla y León es pionera al obligar a conectar a una red todos los edificios públicos cuando sea posible. Por el contrario, otros programas como el Fondo de Transición Justa han tenido un despliegue limitado, y la reprogramación de fondos ha reducido algunas actuaciones previstas.
Las ayudas europeas del Plan de Recuperación han servido para ampliar redes existentes y poner en marcha nuevos proyectos —35,5 millones de euros concedidos en el Programa RENORED—, pero su impacto global en el número de redes sigue siendo modesto.