Hoy en día, se producen alrededor de 4 millones de toneladas de biomasa residual en el sector agroalimentario español, una cifra que asciende a 30 millones en toda Europa. Este material es un recurso actualmente infrautilizado, que podría convertirse una importante oportunidad para avanzar hacia un modelo de bioeconomía y economía circular.

En este sentido, el informe de UNE subraya que la normalización técnica es una herramienta esencial para superar las barreras tecnológicas, normativas y de mercado que dificultan la valorización de estas biomasas. Las normas permiten garantizar la calidad, la interoperabilidad y la confianza entre los diferentes actores del sector, desde productores hasta usuarios finales, facilitando el desarrollo de un mercado sostenible y competitivo.

El informe identifica los principales retos para llevar a cabo la normalización; desde la necesidad de desarrollar métodos analíticos para evaluar la calidad de la biomasa y establecer criterios claros para clasificar los residuos como subproductos, a la definición de estándares específicos para su manejo, transporte y almacenamiento. Y recalca que la normalización contribuye a optimizar la utilización de los recursos disponibles y, además, abre la puerta a nuevas aplicaciones y mercados.

Normalización de biocombustibles sólidos

AVEBIOM participa activamente desde sus inicios en el Comité Técnico de Normalización CTN 164 para biocombustibles sólidos en España, que ha desarrollado estándares que aseguran calidad, sostenibilidad y acceso competitivo al mercado de productos como el pellet de madera, la astilla forestal, el hueso de aceituna o las cáscaras de frutos secos, entre otros.

En particular, dos proyectos liderados por AVEBIOM, Biomasud y Biomasud Plus, han impulsado la creación de las normas UNE 164003, destinada a los huesos de aceituna, y UNE 164004, para las cáscaras de frutos secos. Estas normativas han definido las especificaciones de calidad para estos biocombustibles, contribuyendo al aprovechamiento de subproductos agrícolas y agroindustriales en un modelo energético sostenible y permitiendo a los productores garantizar la trazabilidad y la eficiencia en el uso de las materias primas.