¿Qué puede aportar la gasificación a la transición energética y la competitividad de las industrias?
La gasificación de biomasa puede ser una solución estratégica para la transición energética y la reducción de la dependencia de combustibles fósiles en la industria. En este artículo, José Antonio La Cal, CEO de Bioliza, analiza el potencial de esta tecnología para mejorar la eficiencia, reducir emisiones y reforzar la competitividad del tejido industrial.
Un gran número de actividades industriales de sectores tales como la cerveza y la malta, el cemento, el papel, el vidrio o la fabricación de fertilizantes por citar algunos ejemplos, se encuentran en una encrucijada estratégica en la actualidad. Por un lado, han de reducir sus consumos de fuentes de origen fósil para reducir sus emisiones de CO2 a la atmósfera; por otro lado, deben seguir siendo competitivas para poder mantenerse en unos mercados cada vez más exigentes y globalizados. A esto se unen las presiones normativas y comerciales; y, finalmente el convencimiento de que el modelo energético actual ha de transitar hacia otro con un mayor peso de las fuentes de origen renovable.
A lo anterior se une que algunas de ellas generan determinado tipo de biomasa de tipo residual, la cual podrían aprovechar para optimizar sus procesos energéticos y mejorar su circularidad, otro de los grandes retos a los que se enfrentan. Por ejemplo, lodos de depuradora de aguas residuales, huesos, cáscaras, orujos, restos de madera, incluso restos de papel y algunos plásticos,
Es justo en este punto donde entran en juego tecnologías como la gasificación, las cuales permiten alcanzar algunos de los objetivos anteriormente citados. Por un lado, valorizar esos residuos/subproductos de origen orgánico; y, por el otro, generar energía (térmica y/o eléctrica) y productos de alto valor añadido (biochar o bio-hidrógeno) que pueden compensar las inversiones necesarias en las instalaciones y los equipos.
Para que una biomasa de tipo residual pueda ser gasificable en condiciones óptimas, ha de tener una humedad máxima del 25-30%, una determinada homogeneidad y un contenido en carbono mínimo, superior al 15-18%. Estas características no son difíciles de conseguir, se pueden incluso realizar mezclas, algo similar a la denominada “receta” en las actuales plantas de biogás-biometano que se están desarrollando en España.
Una vez que se dispone de una cantidad de materia prima, el siguiente paso es analizar la viabilidad tanto técnica como económica del proyecto, teniendo en cuenta alguna o varias de las tecnologías de gasificación que hay en el mercado, en función del output que se pretenda, por ejemplo energía térmica, que es caso más sencillo y seguro para el cliente final.
En un caso de gasificación para generación térmica y sustitución del consumo de gas natural por syngas, el proyecto constaría de los siguientes bloques:
- Almacenamiento de biomasa, que puede ser un silo subterráneo o aéreo.
- Sistema de pre-tratamiento y alimentación de biomasa, para trasegar la biomasa desde el silo hasta la entrada al gasificador.
- Sistema de gasificación, incluida la limpieza del syngas según las especificaciones estipuladas por el fabricante del quemador de syngas.
- Quemador o cámara de combustión de syngas, que puede ubicarse al lado de la actual de gas natural, la cual se puede mantener, si el cliente así lo desea.
En un proyecto de estas características, los números que debe hacerse el promotor son los siguientes:
- Ahorro gas natural-biomasa, teniendo en cuenta que el gas natural tiene un coste aproximado del orden de 45 €/MWh y una buena astilla forestal G 100, con una humedad máxima del 25%, como mucho va a estar en el orden del 20-22 €/MWh, es decir, un 50% por debajo.
- Emisiones de CO2 evitadas. Si la biomasa utilizada está certificada de acuerdo a la directiva Red II bajo un esquema como el SURE por ejemplo, computa como 0 frente al valor de 210 kg/MWh correspondientes al gas natural.
- La venta del biochar, que suele corresponder al 15-20% del total de la biomasa introducida en el gasificador, el cual puede tener diferentes usos y aplicaciones (agrícola, combustible, para filtros y envases, etc.).
A ello hay que sumar la ventaja estratégica de depender de un combustible generado en un entorno cercano frente a la incertidumbre que supone el gas natural, que es importando de países como Noruega, Argelia o EEUU.
Por lo tanto, la gasificación puede ser una alternativa real para un determinado tipo de industrias que necesitan reducir sus consumos de gas natural y sustituirlos por biomasa, siendo una tecnología versátil, modular, competitiva y que no requiere de complejos trámites administrativos para su legalización.
Firmado por José Antonio La Cal, CEO de Bioliza, asociado de AVEBIOM
Publicado en Biomasa News nº11, abril 2025