La incertidumbre sobre el suministro de energía que atenaza a toda Europa está acelerando la decisión de cambio de tecnología de calefacción doméstica entre los ciudadanos.

Varios fabricantes españoles y europeos ofrecen calderas de leña en sus catálogos para el usuario doméstico en potencias que van desde los 15 a los 60 kW. En potencias mayores, para usos en edificios de uso público o en industria, unos pocos fabricantes pueden suministrar equipos de hasta 100 kW o más realizando algunas modificaciones en la cámara de combustión.

Existen distintas tecnologías disponibles para valorizar la leña: calderas de tiro natural y de tiro forzado o equipos de gasificación. Las primeras suelen ser calderas más sencillas y con menor rendimiento que las de gasificación, también llamadas pirolíticas o de llama invertida, que garantizan un mejor control de la combustión, mayor rendimiento (superior al 90%) y menores emisiones.

Las calderas de leña pueden regular el tiro modulando la entrada de aire primario; pueden incorporar sondas de temperatura de caldera y de los humos para controlar la combustión; o pueden llevar una sonda Lambda para ajustar la combustión en función de la carga y optimizar su comportamiento. Los fabricantes suelen recomendar que la temperatura del agua en régimen de trabajo se sitúe entre los 80 y 90 ºC y no baje de 55-70ºC.

Para conseguir los rendimientos indicados por los fabricantes es fundamental utilizar leña seca, con una humedad inferior al 20%, y colocarla adecuadamente en el interior de la cámara de combustión; algo que puede ser relevante en el caso de las calderas de gasificación. De hecho, si se utiliza leña de baja calidad y tamaños no homogéneos, la diferencia de rendimiento entre una caldera de gasificación y otra de tiro forzado se reduce.

La introducción de la leña en estos equipos es siempre manual en cámaras que son de gran tamaño (70-200 litros para potencias de entre 20 y 40 kW) y que admiten troncos de distintas medidas, hasta medio metro e incluso un metro de longitud en las calderas de mayor tamaño y potencia. Cuanto mayor es la capacidad de carga de la cámara de combustión, mayor es la autonomía de funcionamiento. Algunos fabricantes dan datos de consumos medios de leña para potencias de 20-40 kW, que se sitúan entre los 5 y 10 kg/h.

Por otra parte, las calderas de leña se instalan normalmente con depósito de inercia para que éstas funcionen en su rango de combustión ideal y evitar los problemas derivados de las malas combustiones. La energía se acumula en forma de agua caliente en el depósito para entregarla de manera controlada a la vivienda de acuerdo a la temperatura de confort establecida por sus usuarios. Estos tanques pueden ser estándar o con producción instantánea de ACS, o pueden combinarse en su interior con otros sistemas de producción de energía (solar, etc) y suelen instalarse en capacidades de entre 1000 y 4000 litros.

El encendido de las calderas de leña puede ser manual o automático con ayuda de una resistencia cerámica, un ventilador de aire caliente o dispositivos similares. También la limpieza del intercambiador de calor puede ser manual o automática.

Las calderas por lo general cuentan con paneles de control electrónico con acceso a más o menos variables de operación. Los modelos más sofisticados permiten incluso acceso remoto a la regulación vía internet.

Algunos fabricantes disponen de modelos mixtos, que combinan el uso de la leña con otros biocombustibles que permiten alimentación automática, normalmente pellet de madera o hueso de aceituna, e incluso combustibles fósiles como el gasóleo.

Otra opción son las estufas y chimeneas hidro que utilizan leña; aunque no son calderas propiamente, su diseño permite distribuir la energía en forma de aire y agua por distintas estancias e incluso generar ACS.

Las calderas de leña están sujetas a la normativa de Ecodiseño desde 2020 como el resto de equipos de combustión de combustibles sólidos. Para los equipos de alimentación manual como estos, el reglamento impone unos límites menos exigentes para las emisiones de partículas y otros compuestos en comparación con los exigidos a los equipos de alimentación automática. Las calderas modernas de leña están dentro de la clasificación de eficiencia energética tipo A+.

En cuanto a los precios de venta al público, oscilan entre los 2.000 euros que puede costar una caldera de tiro natural y los 12.000 que puede alcanzar un equipo de gasificación de alta gama, dependiendo de la potencia y componentes tecnológicos. A esto hay que añadir los accesorios de seguridad, limpieza y de la instalación hidraúlica como el depósito de inercia, vaso de expansión, sistemas de anticondensados, válvulas de descarga térmica, válvulas mezcladoras, estabilizadores del tiro, etc.

Para elaborar las estadísticas del Observatorio de la Biomasa sobre ventas de calderas de leña y otras biomasas en España durante el último año han participado las empresas Bronpi, Domusa, Ecoforest, Edilkamin, Ferlux, Hargassner Ibérica, Hergom, La Nórdica Extraflame, Lasian, Palazzetti, Saltoki (KWB), Solzaima, Termosun (HERZ), Vigas y Windhager.