Sugimat: producción local, alcance global
Visitamos las instalaciones de Sugimat, fabricante e instalador de calderas industriales para biomasa con sede en Quart de Poblet, Valencia.
Alex Mas, responsable de desarrollo de negocio y segunda generación de la empresa, nos cuenta la evolución desde el taller de reparación de calderas en los años 80, hasta convertirse en una empresa de referencia en el sector de la bioenergía con presencia en todo el mundo.
Aunque tienen presencia en distintos sectores, la fabricación de equipos relacionados con la generación de energía a partir de la biomasa supone el 85% de su modelo de negocio.
La crisis de mediados de los 2000 supuso un reto de externalización para Sugimat, cuya actividad se centraba hasta entonces en el consumo nacional. Desde 2014 alrededor del 60% de su producción se destina a proyectos fuera de España.
“Somos una empresa mediana, pero somos globales”, resume Alex Mas.
¿Es la biomasa una opción para la industria?
En la generación de calor industrial la biomasa tiene un competidor muy poderoso que es el gas natural. Aunque su precio fluctúa, se encuentra en un rango bajo; además, su instalación es compacta y resulta limpio para las industrias.
Contra eso es difícil competir en muchas ocasiones, admite Alex Mas. El cambio a biomasa requiere un cambio de mentalidad en cuanto a responsabilidad social y ambiental que, afortunadamente, se da cada vez más en las industrias.
La empresa sigue indagando en la valorización eficiente de combustibles especiales, más allá de la biomasa leñosa, mercado que según Alex Mas está muy maduro.
Muestra de ello es su participación en proyectos como el de la fábrica de quesos de Agropal en Palencia, donde han instalado una caldera de paja, o el de valorización energética de los restos de comida en el aeropuerto de Gatwick, en Londres.
Se han encontrado con combustibles tan complejos como la poda de viñedo, muy húmeda y con mucha arena; o la gallinaza, residuo que genera una gran cantidad de cenizas corrosivas. Sugimat cuenta con un laboratorio donde realizan pruebas de combustión con distintos tipos de biomasa y residuos.
De momento la mayor parte de estos proyectos se ejecuta fuera de España, donde es rentable valorizar residuos de este tipo. Alex Mas cree que una legislación apropiada es fundamental para avanzar en la valorización energética de los residuos en nuestro país.
Capacidad de trabajo
Sugimat se integra verticalmente, lo que le permite fabricar in house el núcleo de la instalación -los cuerpos de intercambio y los sistemas de combustión- con tecnología propia.
De esta manera pueden controlar minuciosamente la calidad de la parte clave y externalizar la construcción de elementos auxiliares: estructuras, barandillas, calderería, etc.
En sus instalaciones actuales pueden absorber una elevada producción de manera simultánea. El plazo de construcción de una instalación completa llave en mano de gran tamaño oscila entre 10 y 18 meses.
Además de la fábrica, cuentan con departamento comercial, departamento técnico, programación del software, puesta en marcha y el fundamental servicio postventa.
Alex Mas destaca la importancia de no “abandonar” al cliente frente a una instalación que es compleja.
Sugimat se ha modernizado en asistencia remota para el control y la supervisión de las instalaciones, lo que aporta un gran valor añadido frente al cliente.
¿Cómo han evolucionado las calderas de biomasa?
Construyeron su primera caldera de biomasa en los años ochenta, en plena crisis del petróleo. Era un equipo para una industria que necesitaba valorizar un residuo de la madera y que hoy en día parecería una solución muy rudimentaria por su nula automatización y baja eficiencia.
La fabricación de equipos para la biomasa ha ido tecnificándose en los últimos 30 años con varios hitos de progreso que Alex Mas resume así:
- en los noventa se comienzan a fabricar calderas de parrilla móvil con limpieza automática;
- en la primera década del siglo XXI las grandes ingenierías empiezan a requerir equipos de mayores potencias y que cumplan ciertos estándares de calidad;
- y en los últimos diez años los cambios clave han tenido lugar en el software de control de las instalaciones con la incorporación del 4G, el big data o la visión artificial aplicada a la combustión.
Visión artificial y más I+D+i
Entre sus itinerarios de I+D destaca el desarrollo e implantación de la tecnología de visión artificial como herramienta de control de la combustión de la biomasa.
La tecnología se utiliza desde hace tiempo en industrias de todo tipo para control de calidad y hasta ahora, fuera de los laboratorios, no se aplicaba en el sector de la bioenergía.
Gracias a la colaboración entre jóvenes expertos en programación, incorporados a la empresa recientemente, y especialistas en combustión de Sugimat han desarrollado un software que permite a la cámara de visión artificial comprender lo que esta viendo y actuar para regular la combustión automáticamente y establecer seguridades. Acciones que de otra manera sería más complicado ejecutar y con mayor riesgo de error.
Ya han colocado cámaras en 3 instalaciones, entre ellas el proyecto de Gatwick, con muy buena acogida por parte de los clientes.
“Siempre hay que hacer caso a la gente joven con ideas”, sostiene Alex Mas.
También están desarrollando una nueva manera de medir la temperatura en el horno con sondas que no se degradan y nuevos tipos de calderas. Todo tecnología patentada.
Fabricar una caldera de aceite térmico
En la nave de fabricación, 40 personas se dedican a las labores de construcción de las calderas y otros equipos para el aprovechamiento energético de la biomasa.
Rosalino Pérez es el responsable del taller. Trabaja en Sugimat desde hace más de 30 años solucionando los retos de cada nuevo proyecto. Con él recorremos las fases más relevantes de fabricación de una caldera de aceite térmico.
Calderas de aceite térmico
- Son equipos de uno, dos o tres pasos de humos.
- La conexión de los serpentines se realiza en serie, sin mezclas de temperaturas. Esto permite un control exacto del caudal de aceite térmico que circula por el interior de la caldera.
- El colector refrigerado por el propio fluido evita el uso de material refractario, reduciendo el mantenimiento del interior de la caldera.
- Consiguen rendimientos superiores al 85% con biomasa. No necesitan sala de calderas ni operador de caldera. Trabajan a presiones muy bajas, lo que aumenta la seguridad de la instalación.
- El aceite térmico no requiere de ningún tratamiento. Actúa como fluido lubricante y no es corrosivo.
- Las calderas están certificadas de acuerdo a estándares de AD-2000 y ASME.
ASME es la Sociedad Americana de Ingenieros Mecánicos; entidad autorizada para la inspección de calderas y recipientes a presión.
El código AD 2000 describe en detalle los requisitos básicos de seguridad para cumplir la Directiva Europea de Equipos a Presión (PED).
Serpentín
El serpentín es la tubería enrollada con forma de espiral por cuyo interior circula el fluido caloportador. Está en contacto con la llama y es el alma de la caldera.
Los tubos de acero con los que se construye el serpentín llegan a fábrica con 12 m de longitud, el máximo comercial transportable. En dos líneas de soldadura, los tubos se unen hasta formar unidades de 80-90 m de largo. Todas las soldaduras se radiografían.
Con esta longitud los tubos entran en una de las dos máquinas de curvado en frío, potentes equipos hidráulicos donde se va conformando el serpentín. La bancada de trabajo puede curvar un tubo de 220 mm de diámetro y un centímetro de espesor.
Una vez formada la espiral, se debe calibrar según lo especificado por ingeniería “al milímetro”, señala Nino Pérez. Para ello se traslada a un virador con galga, equipo que permite girar el serpentín con facilidad y realizar la verificación del equipo con exactitud. El proceso puede durar una semana de trabajo.
Remate
En los dos fosos, uno de los cuales permite una altura de trabajo de casi 20 metros, se realizan las pruebas de presión y se termina de montar las calderas: el bloque de serpentines se encapsula, se coloca el aislamiento exterior de lana de roca para calorifugar correctamente el equipo y el material refractario y se remata con una camisa de protección.
La caldera se sella mediante un colector en forma de espiral plana que conecta el serpentín interior con el exterior.
La circulación del aceite por el colector aumenta, además, la superficie de calefacción. El propio paso del aceite refrigera el colector protegiéndolo del calor excesivo de la llama.
Para grandes instalaciones fabrican además una variedad de equipos: hornos, cámaras de combustión, baterías de intercambiadores de flujo cruzado para aprovechar la energía de los humos, economizadores, etc.
Publicado en Bioenergy International - invierno 2019