Europa necesita criterios de sostenibilidad basados en la ciencia y la experiencia
Si la UE quiere realmente cumplir los objetivos climáticos y de biodiversidad suscritos en el Pacto Verde, los nuevos criterios de sostenibilidad que afectarán al paquete “Fit for 55” deben basarse en la ciencia y la experiencia
De esta manera podremos contar con todo el elenco de energías renovables, complementarias y no competitivas, incluida la bioenergía.
La Comisión Europea ha prometido pasar “de la estrategia a la práctica” en 2021, incluyendo los objetivos del Pacto Verde para lograr la neutralidad climática en Europa en 2050.
En este sentido, el paquete de medidas “Fit for 55” nace destinado a contribuir a alcanzar el compromiso de reducir las emisiones en al menos un 55% para 2030.
Las medidas tienen un amplio alcance y colocan a las energías renovables y la eficiencia energética como prioridad; seguido por el rendimiento energético de los edificios, el uso de la tierra, los impuestos sobre la energía, el reparto del esfuerzo y el comercio de emisiones.
La neutralidad climática requiere un sistema energético descarbonizado. El camino hacia este sistema también va a ser fundamental tanto para la recuperación de la UE tras la pandemia del COVID-19 como para su prosperidad a largo plazo.
Obtener energía renovable de fuentes cada vez más sostenibles será fundamental para combatir el cambio climático y también la pérdida de biodiversidad. Por ello, la Estrategia para la Biodiversidad 2030 de la UE prioriza soluciones como la energía mareomotriz, la eólica marina, los parques solares y la bioenergía sostenible.
En camino hacia la neutralidad climática
En los últimos años distintos modelos han diseñado sus rutas hacia las cero emisiones. Los más viables coinciden en la necesidad de aumentar la producción de bioenergía para ayudar a lograr el objetivo:
- Comisión Europea. Los modelos presentados en la “Evaluación de impactos del Plan del Objetivo Climático de 2030” muestran la necesidad de más bioenergía para alcanzar los objetivos de emisiones de la UE para 2030 y 2050. De hecho, las proyecciones estiman que su uso aumentará para 2030 y se duplicará para 2050.
- Agencia Internacional de la Energía (AIE). En su informe “Net Zero para 2050: una hoja de ruta para el sector energético global”, publicado en mayo de 2021, identifica a la bioenergía moderna como un recurso clave a nivel mundial en 2050, en particular para conseguir la integración de otras energías renovables intermitentes y como fuente de energía en procesos industriales y de calefacción urbana.
Es importante destacar que el escenario planteado por la AIE considera una cantidad de bioenergía utilizable muy inferior a los potenciales sostenibles, "para evitar así el riesgo de impactos negativos sobre la biodiversidad, los sistemas de agua dulce y los precios y la disponibilidad de los alimentos".
Renovables complementarias que no compiten
Nos encontramos en un momento crucial: las inminentes decisiones políticas pueden crear el entorno adecuado para que las inversiones fluyan hacia un mix de tecnologías complementarias. Europa debe cumplir su objetivo de cero emisiones.
En 2020, la generación de energía fue responsable del 45% de las emisiones de gases de efecto invernadero de la UE según la Agencia Europea de Medio Ambiente. Esto representa una huella de carbono considerable, a pesar de que las energías renovables han demostrado ser resistentes a la crisis de COVID-19 y del impulso de las inversiones en generación de energía limpia por los altos precios del CO2.
Está claro que para descarbonizar con éxito nuestro sistema energético, necesitamos todas las fuentes de energía renovable disponibles trabajando en conjunto. Necesitamos que sean complementarias y no competitivas.
Criterios de sostenibilidad basados en la ciencia y la experiencia
En este momento decisivo, la coherencia y la certidumbre de las políticas son esenciales para mantener y aumentar la confianza de los inversores. De otra forma, el camino hacia la neutralidad climática de la UE se ralentizará, o incluso podría revertirse.
La UE puede aprovechar la oportunidad y evitar riesgos asegurándose de que los nuevos criterios de sostenibilidad se apoyan por completo en la ciencia y la experiencia. Este enfoque debe tomar en consideración cinco acciones:
1) Mantener el enfoque basado en el riesgo (RBA) como principio central de la sostenibilidad de la biomasa. La OCDE reconoce los beneficios del RBA; por un lado, los operadores del mercado pueden confiar en un marco regulatorio más eficiente y eficaz que puede reducir los costos de cumplimiento para las empresas; por otro, RBA también asegura una minimización del riesgo de impacto ambiental. Por tanto, cualquier evolución en los criterios actuales de sostenibilidad debe alinearse con esta metodología.
2) Reconocer que aplicar de forma retroactiva los requisitos actuales de emisiones de GEI no depende simplemente de cambios cosméticos en las políticas de abastecimiento, sino que podría poner en riesgo decisiones empresariales tomadas bajo el marco legal actual.
3) Considerar la sostenibilidad como un concepto multifacético que abarca no solo consideraciones ambientales sino también factores socioeconómicos igualmente relevantes. En particular, el sector de la bioenergía en Europa emplea a más personas que el resto de energías renovables juntas, especialmente en las zonas rurales. De forma paralela, contribuye con 57.700 millones de euros a la economía europea (2018) en una cadena de valor que va desde la gestión forestal hasta la fabricación de tecnología de vanguardia.
4) Considerar los costos de cumplimiento para los pequeños operadores. Una excesiva burocracia está llevando a un número significativo de pequeños operadores a cambiar de nuevo a los combustibles fósiles, con implicaciones negativas para el empleo y el crecimiento en las zonas rurales. Esta tendencia ya se observa en varios Estados miembros donde los operadores se enfrentan a un marco regulatorio cambiante para los proyectos de bioenergía y, por lo tanto, recurren a soluciones con combustibles fósiles.
5) Trabajar en una gestión de la sostenibilidad basada en la evidencia para la bioeconomía. Restringir el desarrollo de la bioenergía sostenible para obtener materias primas específicas o limitar su crecimiento no producirá ningún beneficio ambiental, por el contrario, sin duda dañará su cadena de suministro y su capacidad de recuperación.
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